miércoles, 23 de abril de 2014

Los nombres de Cádiz

Bahía de Cádiz en la Antigüedad. En trazo más
tenue se aprecia la línea de costa actual.
A lo largo de su historia, Cádiz ha tenido distintas denominaciones, siendo nombrada de una u otra forma según los pueblos que la fueron colonizando, aunque conservando en general la misma raíz.
Los fenicios, primeros navegantes en llegar a estas costas, la bautizaron con el nombre de Gadir, que en su lengua significa "recinto cerrado o fortificado", por las murallas que la defendían.
Los griegos la denominaron Gadieras, forma plural que hacía referencia al conjunto de islas o pequeño archipiélago que constituía entonces Cádiz, islas cuyos nombres eran Erytheia, la más pequeña de todas, correspondiente a la zona que hoy ocupa la Torre Tavira y alrededores, donde se encuentra el yacimiento fenicio Gadir, separada por un brazo de mar de Kotinoussa, isla alargada que se extendía desde la punta de San Sebastián hasta el islote de Sancti Petri, llamada así por los acebuches que crecían en su suelo, y Antípolis, correspondiente a la actual San Fernando.
El origen del nombre Gadir y Gadeiras procedería, según la mitología griega, de un rey atlante llamado Gadiro o Gadeiro, que reinaría en este extremo de la legendaria Atlántida.
Con la conquista romana, pasó a denominarse Gades, una de las más importantes urbes, no solo de Hispania, sino de todo el imperio. Julio César la nombró Augusta Urbs Julia Gaditana, tras conceder a sus habitantes la ciudadanía romana en señal de gratitud por haberle apoyado en su guerra con Pompeyo por el dominio de Roma, de donde procede el actual gentilicio de gaditano-a.
Bajo la dominación musulmana, momento en que la ciudad pierde su antigua importancia y esplendor, su nombre cambió al de Yazirat Qadis, Isla de Cádiz. Y tras su Reconquista por el rey castellano Alfonso X el Sabio, en el siglo XIII, empezó a llamarse con su actual denominación de Cádiz, apareciendo en los mapas medievales con la forma Caliz.
Junto a su topónimo, Cádiz también ha sido bautizada poéticamente de diversas maneras: Sirena del Océano, por Lord Byron, poeta romántico inglés de principios del siglo XIX; Salada Claridad, así llamada por Manuel Machado en su "Canto a Andalucía"; Señorita del Mar, por José María Pemán en su "Piropo a Cádiz"; Tacita de Plata, su denominación, quizás, más popular, por la forma de la ciudad en los siglos XVIII y XIX y por la limpieza de sus calles en esa época; y, finalmente, Cai, que es como se la nombra en el mundo del cante flamenco y de la copla.

viernes, 4 de abril de 2014

Un cementerio de barcos en aguas gaditanas


Cargamento de ánforas romanas en el fondo del  mar
Un aspecto interesante, aunque poco conocido, de Cádiz son las riquezas que esconden sus aguas. No me refiero, en este caso, a los tesoros naturales de la vida marina, en forma de plantas y animales acuáticos, sino a aquellos otros procedentes de la acción del hombre, como pueden ser los barcos hundidos a lo largo de la historia a causa de naufragios, y que siguen ahí, olvidados en las profundidades, a merced de la erosión y las corrientes marinas, esperando ser rescatados alguna vez para nuestro disfrute y contemplación, como una parte recuperada del pasado. Son muchos los navíos hundidos en las aguas gaditanas, como no podía ser de otra forma en una costa con tanta historia y en un enclave tan estratégico como éste, cruce de caminos y paso de civilizaciones diversas. Naufragios causados por temporales, por guerras, por accidentes o por fallos técnicos o humanos desde los tiempos más remotos.
Batalla de Trafalgar, ocurrida el 22 de octubre de 1805.
 Supuso la pérdida de la flota conjunta  hispano-francesa 
frente a la inglesa y el final del poderío naval español
Sepultados bajo estas aguas yacen restos de barcos o pecios, nombre con el que se conoce estos yacimientos arqueológicos subacuáticos, de los pueblos que han pasado por aquí, muchos de ellos perdidos para siempre. Es fácil imaginar la cantidad de naves, y con ellas, las riquezas que transportaban, que en el transcurso de los siglos han naufragado frente a nuestras costas, paso obligado desde la antigüedad de importantes rutas comerciales. Desde naves fenicias o romanas, transportando ricos cargamentos de todo tipo de productos con los que comerciaban (ánforas conteniendo vino o aceite, productos manufacturados, metales preciosos...), pasando por galeones cargados oro y plata procedentes de las colonias americanas y que tenían, primero en Sevilla y después en Cádiz, sus puertos de partida y llegada, sin olvidar, naturalmente. la tragedia de las guerras en estas aguas, con esos grandes navíos idos a pique, junto con sus tripulaciones, por los cañonazos del enemigo, como en la batalla de Trafalgar, algunos de los cuales aún reposan en este cementerio de barcos que es la Bahía y el Golfo de Cádiz.
Mapa con localizaciones de naufragios de los siglos
 XV al XIX a lo largo de la costa gaditana
De los naufragios sucedidos a lo largo de la historia en las costas gaditanas, se conoce la localización bajo la superficie marina de algunos de ellos, conocidos como pecios, gracias a la labor de investigación llevada a cabo por el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz, ubicado en el Balneario de la Palma, a las referencias de submarinistas independientes y a los datos aportados por la documentación antigua.
Así, naufragios de época púnico-romana se han localizado en diversos puntos de la bahía gaditana, tanto restos de embarcaciones como sus cargamentos: en El Aculadero, en el Puerto de Santa María; en la zona del Puente Carranza; en la Punta de la Nao y otros puntos de la Caleta, enclave especialmente rico en hallazgos arqueológicos, así como en el islote de Sancti-Petri.
De época moderna, del siglo XVI en adelante, hay localizados en este mismo islote y en la costa de Conil, gran cantidad de cañones de hierro correspondientes a galeones hundidos, como también en la Caleta, concretamente en las inmediaciones del Castillo de San Sebastián, y pecios de los siglos XVIII y XIX en la Cabezuela y en la Carraca,  cuyo Arsenal ha destacado en la construcción naval en los últimos tres siglos.
Hay localizados, igualmente, cañones, anclas y otros restos en aguas de Bolonia y Tarifa. En la bahía de Algeciras, hay un pecio del siglo XVII en la zona de la Ballenera y otro en Punta Europa. Éste último podría tratarse de un navío inglés hundido a finales del siglo XVII con un cargamento de oro.
El Santísima Trinidad, buque insignia de la 
marina española y el más grande de su 
tiempo, hundido en 1805. Yace sumergido
 en aguas de Barbate
Recientemente, con motivo de las obras de la nueva terminal de contenedores del puerto de Cádiz, aparecieron lingotes y monedas de plata de dos pecios de los siglos XVII y XVIII. No es la primera vez que aparecen restos antiguos en estas aguas, pues los dragados efectuados en años anteriores en el canal de acceso al puerto gaditano han aportado numerosos hallazgos, algo normal teniendo en cuenta la importancia histórica de este puerto.
Los naufragios, quizás, más sugestivos por su significación histórica fueron los producidos durante la batalla de Trafalgar en el año 1805, de los que hay localizados con seguridad, al menos, tres: el Santísima Trinidad, el Bucentaure y el Fougeaux, los dos primeros, curiosamente, buques insignias de las flotas española y francesa respectivamente, aliadas en la batalla. Hay que decir que, junto con los barcos, el mar se tragó a centenares de hombres de las tres nacionalidades que lucharon en esta sangrienta batalla naval.
El Santísima Trinidad, el buque de guerra más grande que surcaba entonces los mares, comandado por el almirante Federico Gravina, destrozado por el fuego enemigo, se hundió en la tormenta que se desencadenó tras la batalla mientras era remolcado por los ingleses a Gibraltar. Está localizado en aguas de Barbate. La Universidad de Cádiz propuso hace pocos años un proyecto para reflotar los restos del navío y convertirlo en museo.
El Bucentaure, buque insignia francés comandado por Pierre Villeneuve, jefe de la escuadra franco-española, derrotada por la flota inglesa en Trafalgar, hundido también por el fuerte temporal que se levantó mientras intentaba alcanzar el puerto de Cádiz, yace sumergido en una zona de la Caleta conocida como Bajo de Chapitel, donde hay localizados una veintena de grandes cañones.
Objetos recuperados del buque francés Fougeaux, sumergido 
frente a la playa de Camposoto, en San Fenando
Por último, los restos del otro buque francés, el Fougeaux, reposan frente la playa de Camposoto, en San Fernando, donde se fue a pique, junto con los quinientos hombres de su tripulación. Se han contabilizado una gran cantidad de cañones y se han recuperado diversos objetos de uso cotidiano.
A finales del siglo XIX tuvo lugar el hundimiento del crucero Reina Regente, debido a un fuerte temporal, siendo el mayor naufragio sucedido en aguas gaditanas en tiempo de paz, del que aún no se han localizado sus restos. (Pinchad en el enlace).
No quisiera terminar este artículo sobre naufragios sin mencionar el famoso caso del descubrimiento, en el año 1904, de una gran cantidad de monedas de plata del siglo XVIII en la playa de la Victoria, enterradas en la arena, procedentes de un antiguo naufragio, hecho que levantó una gran expectación en la ciudad de Cádiz y que quedó inmortalizado en el conocido tango gaditano de Los duros antiguos, compuesto por Antonio Rodríguez Martínez, Tío de la Tiza.