viernes, 24 de abril de 2015

Las Torres-Miradores de Cádiz

Torres-Miradores en la Plaza de España
Las Torres-Miradores son, sin lugar a dudas, el elemento arquitectónico más característico y peculiar del urbanismo gaditano. Situadas en la azotea de las casas gaditanas, normalmente en uno de sus ángulos, como una prolongación de éstas, servían para que sus propietarios, los burgueses y comerciantes gaditanos, pudieran controlar las llegadas y salidas de sus navíos del puerto de Cádiz, en su comercio con las colonias de ultramar, ya que desde sus alturas podían contemplar toda la Bahía.
Fueron construidas entre los siglos XVII y XVIII, la época de mayor esplendor comercial de Cádiz, sobre todo a raíz del traslado de la Casa de Contratación desde Sevilla en 1717, cuando en ella residía una nutrida colonia de comerciantes de distintas nacionalidades. Realizadas en mampostería y ladrillo, tienen forma cuadrangular y una o dos plantas, rematadas en una garita y con sus fachadas policromadas. La más llamativa de todas es la conocida como Bella Escondida, que tiene planta octogonal, cuyo nombre se debe a que no es visible desde la calle. Pero la más alta y destacada es la Torre Tavira, vigía oficial del Puerto desde 1778, situada en la casa-palacio de los Marqueses de Recaño, así llamada por el nombre de su primer vigía, Antonio Tavira. En la actualidad, está abierta al público y alberga en su interior la Cámara Oscura, alcanzándose desde ella una vista impresionante de la ciudad de Cádiz.
Torre Tavira
Afortunadamente, se ha conservado un gran número de torres-miradores, habiendo catalogadas más de 120 torres, aunque algunas han quedado parcialmente ocultas a la vista por los altos edificios modernos. Su contemplación por los marinos y viajeros que llegaban a Cádiz por mar no pasaba desapercibida, como ponen de relieve las citas de los viajeros románticos que pasaron por la ciudad en el siglo XIX, destacando la belleza que daban al conjunto de la ciudad. A esta visión contribuía, sin duda, las banderas multicolores que las coronaban y las cometas que, a veces, echaban a volar sus dueños desde ellas. En el siglo XIX, desaparecida ya la pujanza comercial del puerto gaditano con la pérdida de las colonias americanas, surgió un nuevo modelo de miradores de madera y de cristal que ya no cumplían la función original de seguimiento y control del tráfico portuario. Convertidas, posteriormente, muchas de ellas en simples palomares o trasteros, en los últimos años se han revalorizado como viviendas y áticos.
Grabado antiguo de Cádiz mostrando sus numerosas
Torres-Miradores

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