sábado, 2 de diciembre de 2017

La Casa de la Moneda de Cádiz

Moneda de plata de 8 reales, acuñada en Cádiz en 1810,
durante el asedio francés. En el reverso puede observarse la
letra C coronada alusiva a la capital gaditana
A principios del siglo XIX, durante la Guerra de Independencia (1808-1814), Cádiz se había convertido en la capital política de la España ocupada por las tropas napoleónicas, al ser la única ciudad española, junto con su vecina San Fernando, libre de dicha ocupación. Convertida en refugio de muchos españoles que huían de los invasores franceses, también lo fue del propio gobierno de la nación, la Junta Central Suprema Gubernativa, convertida más tarde en Consejo de Regencia, ante la ausencia del rey Fernando VII, la cual, trasladada en un principio a Sevilla, ante el avance francés hacia el sur, se estableció en la Isla de León, para hacerlo, finalmente, en Cádiz. Aquí ya tenían lugar las sesiones de las Cortes, a donde se habían trasladado desde la localidad isleña pocos meses después de constituirse en septiembre de 1810, ante la llegada a la Bahía gaditana del ejército invasor, promulgando el 19 de marzo de1812 la primera Constitución española, conocida como La Pepa. Con el poder ejecutivo también se habían trasladado las distintas instituciones gubernamentales y administrativas, entre ellas una especialmente importante, la encargada de fabricar moneda.
Onza de oro de 8 escudos del año 1811, otra de las piezas
fabricadas en Cádiz. Ambas monedas con la efigie de
Fernando VII
La Casa de la Moneda de Cádiz, que se había montado con la maquinaria procedente de la de Sevilla, se instaló en unas dependencias ubicadas en lo que hoy es la Facultad de Ciencias del Trabajo, junto al edificio Valcárcel, cuya entrada estaba por la calle de la Rosa. Según el escritor gaditano Ramón Solís, en su obra El Cádiz de las Cortes, se empezó a acuñar moneda el 24 de septiembre de 1810, justo el día en que se inauguraban las Cortes Generales y Extraordinarias en San Fernando. Durante los años que estuvieron en vigor estas instalaciones, entre 1810 y 1815, se acuñó una gran cantidad de reales de plata y piezas de oro, con la efigie de Fernando VII, teniendo todas ellas, como curiosidad, labradas en el reverso una letra C coronada, alusiva a la ciudad de acuñación.
No era la primera vez que se acuñaba moneda en Cádiz. Ya en época púnica y romana habían existido cecas, donde se acuñaban monedas de plata y de bronce, siendo características las labradas con la efigie de Hércules y con las figuras de atunes y delfines, las cuales están reproducidas en la fachada del Ayuntamiento de la ciudad.

viernes, 11 de agosto de 2017

Trofeo de trofeos

Trofeo Carranza
Entre hoy viernes y mañana sábado, 10 y 11 de agosto, va a tener lugar la celebración de la LXIII edición del Trofeo Carranza, considerado el trofeo de trofeos, uno de los más prestigiosos de España, con la participación del Cádiz CF, Las Palmas, Villarreal y Málaga. Es, sin duda, el principal acontecimiento deportivo del verano gaditano, aunque ciertamente tuvo épocas mejores, como cuando era el evento más importante del fútbol español del verano, previo al inicio de la liga. Entonces, participaban grandes equipos de la talla del Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid o Sevilla, y extranjeros como los equipos brasileños Palmeiras y Vasco de Gama, portugueses o italianos, entre otros.
El primer Trofeo Carranza tuvo lugar en el año 1955, con el enfrentamiento entre el Sevilla y el Atlético de Portugal, recién inaugurado el estadio Ramón de Carranza, como una iniciativa del club de obtener beneficios, a la que se sumó el Ayuntamiento, dirigido por el alcalde José León de Carranza, hijo del anterior alcalde que dio nombre tanto al estadio como al propio trofeo, como como un modo de animar la ciudad durante el verano y de darle renombre. El Cádiz empezaría a jugar el trofeo a partir de 1977, año del primer ascenso del equipo amarillo a la Primera División de la liga española, siendo uno de los equipos que más trofeos ha conseguido, con ocho copas. Como curiosidad, decir que la tanda de penaltis como solución para desempatar un partido y que no tuviera que repetirse se inventó en el trofeo gaditano en la edición de 1962.
La novedad este año es la no celebración de las tradicionales barbacoas en la playa, que se venían celebrando desde los años ochenta como complemento festivo del torneo futbolístico, que reunía en la playa a miles de personas, y que ha hecho figurar a la ciudad de Cádiz en el libro Guinness de records.

martes, 25 de julio de 2017

Playas de Cádiz

Playa Victoria durante la bajamar.
Uno de los principales atractivos de Cádiz son, sin lugar a dudas, sus playas, convertidas durante el verano en uno de sus recursos turísticos indiscutibles, además de medio de vida de numerosas personas gracias a los bares, restaurantes y chiringuitos instalados en ella y a lo largo del paseo marítimo. Son playas de blanca y fina arena, de gran belleza y calidad, rasgos que comparte con el resto del litoral provincial, atestiguada por la concesión cada año de la bandera azul. Son unos diez kilómetros de playa que se extienden desde La Caleta, en el casco antiguo, hasta Cortadura, a la altura de Torregorda, en el tómbolo arenoso que une Cádiz con San Fernando, aunque la playa continúa en estado virgen más allá, hasta la desembocadura del Río Arillo, bajo zona militar. Entre ambas, se encuentran las playas de Santa María del Mar y de la Victoria, siendo ésta la más visitada y la que cuenta con mayores servicios. En el pasado, hubo también playas en el frente que da al interior de la Bahía, desaparecidas tras los rellenos que se realizaron durante el siglo XX para ganar terreno al mar.
Playa de la Caleta, en el casco antiguo de Cádiz
Uno de los fenómenos meteorológicos que caracterizan las playas gaditanas, tanto de la capital como del resto de la provincia, es el levante, viento de fuertes rachas, ideal para los surfistas, pero no tanto para el resto de bañistas por las incomodidades que provoca, al levantar verdaderas olas de arena que todo lo llena, lo que provoca que muchas personas dejen de acudir a la playa en días de levante. Este viento tiene la contrapartida del poniente, fresco y húmedo, al proceder del mar, lo mismo que el viento sur, también fresco y húmedo, pero más suave, vientos éstos últimos que suavizan los días de intenso calor.
Playa de Santa María del Mar
La mejor hora para disfrutar de la belleza de estas playas es al atardecer, cuando el sol, a punto de ocultarse, llena de color el horizonte, mientras que la brisa marina refresca el calor de la tarde, momento que gaditanos y turistas aprovechan para pasear a lo largo del borde marítimo y disfrutar de ese paisaje único, completado con la silueta del faro y castillo de San Sebastián, del Campo del Sur y de la Catedral.
Desgraciadamente, la playa sufre los dañinos efectos de los fuertes temporales que, sobre todo, en otoño e invierno combaten esta costa, provocando la pérdida continua de arena, un fenómeno que se repite en otras costas españolas, y que los continuos aportes de arena no consiguen frenar.
Por otra parte, la playa gaditana ha sido y es escenario de importantes eventos deportivos y culturales, como torneos de diversos deportes, para los que se instalan gradas desmontables, o un festival aéreo que tuvo varias ediciones, así como conciertos de música. En el siglo pasado también se celebraron carreras de caballos y de motos. Pero lo que han dado fama a las playas gaditanas han sido las barbacoas del Trofeo Carranza, en la que cada agosto participan miles de personas, como complemento del acontecimiento deportivo, que ha dado lugar a que figure en el libro Guinness de records, aunque en los últimos años se ha restringido su número por razones medioambientales. Un cine de verano desmontable que se instala en la playa Victoria los fines de semana completa los actos lúdicos.
Duna sobre el fuerte de Cortadura. Las dunas, paralelas a la
autovía de Cádiz a San Fernando, son propias de esta playa.
Es de destacar el papel de la playa en el Carnaval gaditano, especialmente la de La Caleta, motivo siempre de inspiración en las letras de las agrupaciones carnavalescas, destacando aquel tanguillo tan famoso de Los Duros Antiguos, compuesto por el Tío de la Tiza, donde se canta el hallazgo en el año 1904 de unas monedas de plata del siglo XVIII, enterradas en la arena de la playa Victoria, procedentes de un antiguo naufragio, que movilizó al pueblo de Cádiz en la búsqueda del tesoro. Un hecho curioso y simpático propio de esta tierra.
Como curiosidad, decir que hasta hace unos años podían verse restos desperdigados del acueducto romano en la playa de Cortadura, desgastados por el oleaje y las mareas, un tramo del cual se encuentra expuesto en la Plaza de Asdrúbal de la capital gaditana. Igualmente, aún son visibles algunos restos de la calzada romana que transcurría por esta misma playa, ocultos parcialmente por la arena.

Bandera azul

Anochecer sobre Cádiz

viernes, 16 de junio de 2017

Diario de Cádiz, siglo y medio informando


Federico Joly y Velasco, fundador del
Diario de Cádiz
Tal día como hoy de hace 150 años, un domingo 16 de junio de 1867, salía a la calle el primer número de Diario de Cádiz, decano de la prensa andaluza y uno de los más antiguos de España. Un periódico que nacía con el propósito de convertirse en referente de la prensa local y provincial, al servicio de los intereses de la ciudad, independiente e informando a los gaditanos con noticias nacionales y extranjeras, además de otras informaciones y anuncios, como rezaba en su cabecera: Diario de Cádiz y su Departamento. Periódico de noticias nacionales y extrangeras, mercantil, literario y de anuncios. Su fundador fue Federico Joly y Velasco, hijo de un militar francés, llamado Carlos Joly, integrante de los Cien Mil Hijos de San Luís, ejército francés que había invadido España en 1823 para restablecer en el trono absoluto a Fernando VII, llegando hasta Cádiz para liberar al rey, donde se encontraba traído por los liberales, los cuales fueron derrotados por los absolutistas, poniéndose fin de esta manera al Trienio Liberal.
Federico Joly empezó a trabajar muy joven en la imprenta gaditana de la Revista Médica, de la que llegaría a ser propietario, situada en la calle de la Bomba, hoy Ceballos, donde Diario de Cádiz tendría su sede, aunque los primeros números se editaron en la cercana imprenta de Luque, en la confluencia de las calles Bendición de Dios y Enrique de las Marinas.
Con Federico Joly se iniciaba una dinastía en la dirección y gerencia del Diario que, de padres a hijos, se ha mantenido hasta nuestros días, convertido hoy en el Grupo Joly, el primer grupo editorial de Andalucía, del que también forman parte Diario de Jerez y Europa Sur de Algeciras, así como diarios en Sevilla, Huelva, Málaga, Córdoba, Granada y Almería.

Primer número del Diario de Cádiz, publicado el 16 de junio de 1867

sábado, 13 de mayo de 2017

Los Cádiz del mundo

Ruinas de Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua, frente a la
costa venezolana
Durante el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo, los conquistadores españoles y europeos bautizaban con frecuencia los nuevos asentamientos que iban fundando con los nombres de los pueblos y ciudades de donde procedían. Con el nombre de Cádiz se bautizó un asentamiento que se fundó en la isla de Cubagua, en la costa de Venezuela, a principios del siglo XVI, por un navegante italiano al servicio de la Corona española, llamado Giacomo Castiglione. Conocida en un principio como Santiago de Cubagua, por el nombre de este marino,  Carlos I de España la elevaría a la categoría de ciudad en 1528 llamándola Nueva Cádiz, siendo la primera ciudad española que se fundó en América del Sur. Tanto la Ciudad como la isla en que se asentaba tenían una riqueza natural que atrajo a numerosos comerciantes y aventureros deseosos de hacer fortuna: las perlas, un negocio que permitió un rápido crecimiento de la población, compuesta fundamentalmente por españoles, indios y esclavos negros. 
Isla de Cubagua, donde estuvo situada Nueva Cádiz
Para la extracción y explotación de las perlas se utilizó a los indígenas, denunciando el dominico español Fray Bartolomé de las Casas las duras condiciones de vida a las que se sometió a la población nativa para la obtención de tan preciado producto, lo que fue causa de revueltas y de la misma destrucción de la ciudad, hecho que obligó a los españoles allí establecidos a abandonarla. Vueltos un tiempo después, reconstruyeron la ciudad y continuaron con el floreciente negocio. Pero el agotamiento de las perlas y el descubrimiento de nuevos yacimientos en otros lugares hizo que, finalmente, fuese abandonada la ciudad, asolada, además, por maremotos, huracanes y el ataque de piratas ingleses y franceses, despoblándose hasta quedar convertida en un montón de ruinas, que es lo que hoy queda de la antigua ciudad gaditana venezolana.
Grabado antiguo de Cádiz filipina
Otro Cádiz se encuentra en las Islas Filipinas, la antigua colonia española del sudeste asiático, concretamente en la provincia de Negros Occidental. Se desconoce cuál es el origen del nombre, siendo en la actualidad un puerto bien situado con un población de unos ciento cincuenta mil habitantes.
Curiosamente, es en EE.UU. donde más Cádiz se encuentran, concretamente en los Estados de Ohio, Kentucky, Wisconsin, Indiana y California. Son todas ellas poblaciones pequeñas, destacando la Cádiz de Ohio, que tiene como curiosidad ser el lugar de nacimiento del conocido actor norteamericano del siglo pasado Clark Gable. Como en el caso de Filipinas, se desconoce el origen de estos Cádiz, máxime en una zona donde no hubo colonización española, excepción hecha de California. En Wikipedia se puede consultar datos acerca de su posición geográfica exacta y su población.

Cádiz (Ohio, EE.UU), donde nació Clark Gable

domingo, 19 de marzo de 2017

Cádiz, cuna de la libertad

Monumento a la Constitución de Cádiz, construido con motivo de su
 primer centenario
 

Tal día como hoy de hace 205 años se promulgaba la primera Constitución política de la nación española, la de 1812, o la Pepa, como popularmente fue conocida por ser día de San José, un texto que recogía los derechos y libertades de los españoles de la época, culminando de esta forma la labor de las Cortes Generales y Extraordinarias, inauguradas un año y medio antes en la vecina Isla de León, actual San Fernando, el 24 de septiembre de 1810 y que, trasladadas a Cádiz unos meses después, se reunirían en el Oratorio de San Felipe Neri, convertido para la ocasión en sede del Congreso de los Diputados. Fue un proceso revolucionario, influido por el pensamiento político de la Ilustración, que pretendía acabar con el régimen absoluto e instaurar un régimen liberal, basado en principios tan novedosos como la soberanía nacional, la separación de poderes y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, aprobándose medidas tan importantes como la libertad de imprenta, que suprimía la censura previa, la abolición del régimen señorial o la supresión del tribunal de la Inquisición.
No era casual que este acontecimiento político de tanta trascendencia en la historia de España y de Latinoamérica tuviese lugar en Cádiz. Aparte de la extraordinaria situación política que vivía el país, invadido por una potencia extranjera y sumido en una cruenta guerra de Independencia, con solo dos ciudades, San Fernando y Cádiz, como único territorio nacional libre de invasores franceses, en la capital gaditana se daban las circunstancias que dieron lugar al nacimiento de la Constitución liberal, existía el caldo de cultivo que la hizo posible.
La ciudad había alcanzado un alto grado de prosperidad económica gracias al comercio con las colonias americanas, que había permitido establecerse en la ciudad importantes colonias de comerciantes y burgueses de distintos países, atraídos por la actividad comercial de su puerto, sobre todo a raíz del traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717, con el consiguiente monopolio de ese comercio.
Pero por su puerto no solo entraban o salían productos y mercancías; también llegaban gustos, modas y las nuevas ideas y aires de libertad que habían ido arraigando en Europa a lo largo del siglo anterior, y que, poco a poco, los gaditanos fueron adoptando como propios.
Durante la celebración de las sesiones de las Cortes, Cádiz era una hervidero político. En la calle, en las casas, en los cafés, en las tertulias, no se hablaba de otra cosa que de la situación política, de los discursos de los diputados o de las medidas aprobadas, de todo lo cual se hacía eco la prensa, liberal en su mayor parte y de gran protagonismo en la ciudad, informando a la población gaditana. El pueblo, además, podía asistir a las sesiones en las tribunas existentes en San Felipe Neri, y allí aplaudir o abuchear las intervenciones de los diputados, manifestando, así, su aprobación o desacuerdo con sus discursos, prueba del nivel de libertad existente. Y todo esto mientras que desde el otro lado de la bahía los franceses sitiaban y bombardeaban la ciudad con sus cañones, pero haciendo tan escaso daño, por la distancia existente, que los gaditanos se tomaban los bombardeos a guasa, como recuerdan letrillas como éstas: Con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones....
La Constitución de 1812 marcó, pues, un antes y un después en la historia de España y su influjo se hizo sentir en otras Constituciones de Europa e Hispanoamérica. Por ello, Cádiz es y será siempre recordada por ser la cuna de la libertad.

jueves, 16 de febrero de 2017

Goya en Cádiz

La multiplicación de los panes y los peces
Francisco de Goya y Lucientes, pintor zaragozano que vivió entre los años 1.746 y 1.828, es, sin lugar a dudas, uno de los grandes genios del arte, no solo español, sino universal. Su obra marca un antes y un después en la historia de la pintura, pues fue un precursor de los distintos movimientos artísticos y de las vanguardias que se desarrollarían a lo largo de los siglos XIX y XX. Su mayor legado consiste en habernos transmitido como nadie la verdad de una época y de una España trágica, y hacerlo de una forma sorprendentemente moderna, casi como de reportaje o crónica periodística, contándonos con su pincel de una forma satírica la sociedad de su época, o la brutalidad de la guerra, o las miserias y grandezas de esos personajes de la realeza, de la aristocracia o del pueblo llano, todos ellos admirablemente retratados.
Junto a esos retratos magistrales que Goya realizó como pintor de Cámara de la Corte, de políticos y de aristócratas, su obra sobresale por las distintas series, tanto en pintura como en grabado, que realizó a lo largo de su vida, como los cartones que pintó para la Real Fábrica de Tapices de Madrid, la colección de aguafuertes Los Caprichos, cuadros como Los fusilamientos del 3 de mayo o los Desastres de la guerra, verdadero reportaje gráfico de la guerra de la Independencia, los grabados de la Tauromaquia y los Disparates, y las Pinturas negras, con las que decoró su casa de la Quinta del Sordo de Madrid. Obras todas en donde se refleja la genialidad y la originalidad del pintor aragonés.
La Santa Cena. Llama la atención la curiosa disposición de
los apóstoles, recostados o tendidos en el suelo
Afortunadamente, Cádiz conserva una pequeña pero interesante muestra del arte de Goya, tras la visita que realizó a la ciudad en dos ocasiones en los años finales del siglo XVIII. En febrero de 1.793, el pintor se trasladaba a Cádiz procedente de Sevilla, para ser atendido de una grave enfermedad que había contraído por los médicos gaditanos, considerados los mejores de España, gracias a la existencia allí del Real Colegio de Cirugía de la Armada, establecido en la capital gaditana desde hacía varias décadas. Se cree que la enfermedad que padeció pudo ser saturnismo, causada por el alto contenido en plomo de los pigmentos que utilizaba; aunque consigue recuperarse, le quedará como secuela una sordera de por vida. El pintor se había alojado en casa de un amigo suyo, de  nombre Sebastián Martínez, un comerciante riojano instalado en la ciudad, que, además, era un ilustrado amante de las letras y las artes, el cual poseía en su casa una gran biblioteca y una importante colección de obras de arte. De este personaje se conserva un retrato pintado por Goya que le hizo durante su estancia en Cádiz, y que se conserva en un  museo neoyorquino.
La parábola de la boda del hijo del rey
Años después, en 1.796, realiza un segundo viaje a Cádiz, posiblemente por una recaída en la enfermedad, mientras se hallaba en Sanlúcar de Barrameda con la duquesa de Alba, haciéndole retratos y dibujos, y con la que, al parecer, mantenía algún tipo de relación. En esta ocasión, el sacerdote José Sáenz de Santamaría, Marqués de Valde-Iñigo, promotor de la construcción del Oratorio de la Santa Cueva, auténtica joya del arte neoclásico, le encargó una serie de pinturas para decorar la capilla alta del mismo. Son tres lienzos de asunto religioso, un tema escasamente tratado por el pintor y no muy conocidos del gran público: La multiplicación de los panes y los peces, La Santa Cena y La parábola de la boda del hijo del rey, elaborados con una técnica muy moderna, a base de pinceladas sueltas. Junto a estas obras, hay otras dos: Las bodas de Caná y La recogida del maná, de Zacarías Velázquez y José Camarón, respectivamente. Son, pues, un conjunto de cinco lienzos dedicados a la Eucaristía, sacramento al que está consagrado la capilla. Las pinturas de Goya fueron sometidas hace unos años a un proceso de restauración en el Museo del Prado de Madrid.

Francisco de Goya. Autorretrato. 1.795.
Museo del Prado

La Santa Cueva de Cádiz. Se puede observar dos de los lienzos de
Goya, de forma semicircular, sobre las puertas situadas a ambos
lados del altar
 
Sebastián Martínez y Pérez, óleo de Goya. 1792.
El pintor estuvo alojado en su casa mientras
permaneció en Cádiz.

jueves, 19 de enero de 2017

Tricentenario del traslado de Sevilla a Cádiz de la Casa de Contratación


Logotipo del Tricentenario
Este año se celebra el tricentenario del traslado a Cádiz desde Sevilla de la Casa de Contratación de Indias, hecho de enorme trascendencia para la ciudad, pues convertiría a Cádiz y su bahía en centro neurálgico del comercio con América, como hasta ese momento lo había sido Sevilla, al controlar y monopolizar todo el tráfico comercial de España con sus colonias ultramarinas. Esto repercutió en todos los órdenes de la vida ciudadana, tanto económicamente, con el consiguiente aumento de la riqueza de la ciudad, como a nivel político, social, cultural y urbanístico. Gracias a ello, se considera el siglo XVIII como la época de mayor esplendor de Cádiz, excepción hecha, quizás, del Gades romano.
Para conmemorar el Tricentenario hay previstos diversos actos en los que van a estar implicadas instituciones públicas y privadas, con un papel protagonista de la Diputación Provincial, entre los que destacan conferencias, conciertos, exposiciones, talleres y visitas guiadas. El día uno de enero ya hubo un concierto de música clásica en el Palacio de la Diputación, y ayer tuvo lugar un acto promocional en la Casa de América de Madrid, además de su presencia en la Feria Internacional de Turismo que se celebra en la capital de España, en el stand de la provincia de Cádiz. Otro de los objetivos planteados con el Tricentenario es fomentar el comercio gaditano a nivel internacional, especialmente con los países iberoamericanos.
Palacio de la Diputación de Cádiz, donde estuvo ubicada la Casa de
Contratación de Indias y la Aduana
Haciendo un breve recorrido histórico, el traslado a Cádiz de la Casa de Contratación y Consulado de Indias se produjo por Real Orden de 12 de mayo de 1.717, reinando Felipe V, gracias a las gestiones del Secretario de Estado José Patiño y del almirante gaditano Andrés de Pes en favor del traslado. Esta institución se creó a principios del siglo XVI con el fin de regular y controlar todo el comercio con las Indias, permaneciendo su sede en Sevilla durante más de dos siglos. A dicho traslado, al que se opusieron las autoridades sevillanas, contribuyó de manera decisiva las favorables condiciones geográficas de la bahía gaditana y las dificultades cada vez mayores de navegación por el río Guadalquivir de buques de mayor calado. No obstante, desde un principio Cádiz tenía derecho a cargar un determinado número de naves con destino a América, habiendo aquí un representante de la Casa de Contratación que controlaba ese movimiento. A lo largo del siglo XVII, el tráfico comercial del puerto gaditano fue aumentando, hasta el punto de que en 1.680 ya podían salir y llegar flotas como en Sevilla, desplazándola, finalmente, y monopolizando todo el comercio de Ultramar durante el XVIII. Entre los productos objeto de este tráfico comercial, desde el puerto gaditano se exportaba aceite, vino, cereales, productos textiles y manufacturas y se importaba de las colonias tabaco, cacao, azúcar, además de llegar grandes cantidades de metales preciosos.
Vista de Cádiz a finales del siglo XVIII
Para acoger a la institución se construyó entre los años 1.764 y 1.784 el Palacio de la Aduana, actual edificio de la Diputación Provincial, por el ingeniero militar Juan Caballero, habiendo estado ubicada anteriormente en otros lugares de la ciudad.
Esta boyante actividad comercial favoreció el crecimiento de la población a lo largo de la centuria, pasando de los 40.000 habitantes que había al principio de la misma a los más de 70.000 de finales de siglo. Además de la población procedente de otras regiones españolas, aumentaron  los extranjeros residentes en Cádiz, dedicados fundamentalmente al comercio, destacando las colonias de franceses, italianos y flamencos. Esto contribuyó a un creciente cosmopolitismo de la ciudad, convertida, así, en una de las ciudades más importantes no solo de España, sino del conjunto de Europa.
Una de las principales consecuencias de esta época de prosperidad económica fue el gran desarrollo urbanístico de la ciudad. Se construyeron numerosas viviendas, se terminó de fortificar la ciudad con la construcción o la reforma de las murallas, se levantaron nuevas iglesias, algunas de ellas auténticas joyas artísticas, y se construyó una nueva catedral, además de otros edificios notables, como Valcárcel y la Diputación, ya mencionada. Hubo también un gran esplendor cultural, manifestado en la afición al teatro y a la ópera del publico gaditano, a diferencia de lo que ocurría en el resto del país, así como a las corridas de toros. Destacó, igualmente, la creación del Real Colegio de Cirugía de la Armada en 1.748, obra del médico catalán Pedro Virgili.
En el año 1.790 se suprimía la Casa de Contratación, que ponía fin al monopolio gaditano sobre el comercio ultramarino, aunque la liberación de éste ya se había producido algunos años antes con la aprobación en 1.778 de un decreto que permitía a otros puertos españoles comerciar también con América. Terminaba, así, un siglo dorado económica y socialmente para Cádiz, y se iniciaba otro, el XIX, convulso y de gran protagonismo político de la ciudad.

lunes, 9 de enero de 2017

Origen gaditano de la lotería nacional

Billete del primer sorteo de la lotería nacional celebrado en
Cádiz el 4 de marzo de 1.812
La lotería nacional, entre cuyos sorteos destacan los extraordinarios de Navidad y del Niño, tuvo su origen en Cádiz. Aunque ya existía en España una lotería primitiva desde tiempos de Carlos III, en el siglo XVIII, la lotería nacional nació en el Cádiz de las Cortes, siendo aprobado el proyecto por unanimidad de los diputados en una de sus sesiones, la celebrada el 23 de noviembre de 1.811, "considerando que este puede ser un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes", como se expresaba en el preámbulo de la instrucción que le daba origen, cuyo principal impulsor fue el ministro del Consejo de Indias Ciriaco González Carvajal. Era, pues, una  medida tendente a incrementar los fondos del Estado, ante la situación de penuria económica causada por la guerra de Independencia. El primer sorteo se celebró el día 4 de marzo de 1.812, dos semanas antes de promulgarse la Constitución de Cádiz, en una casa situada en la plaza de San Antonio.
Al principio, la lotería estuvo circunscrita a Cádiz y San Fernando y, poco después, al resto de Andalucía, trasladándose, finalmente, su sede a Madrid en febrero de 1.814, tras la marcha de las tropas francesas, celebrándose el último sorteo en la capital gaditana el 27 de enero de 1.814. Fue conocida popularmente como Lotería Moderna para diferenciarla de la Lotería Primitiva.

Casa donde tuvo lugar el primer sorteo de la lotería nacional
y se estableció su sede, en el nº 10 de la plaza de
 San Antonio de Cádiz
Lápida conmemorativa recordando este acontecimiento