lunes, 17 de diciembre de 2018

Una jugada del destino

Pelayo Quintero Atauri
El destino, entendido por muchos como algo sobrenatural e incomprensible que de una u otra forma rige la vida humana, mientras que para otros solo existe la casualidad o el azar, puede llegar a jugar malas pasadas, haciéndonos reflexionar acerca del por qué de las cosas y preguntarnos por qué suceden de una manera y no de otra.
Pelayo Quintero Atauri era un arqueólogo natural de la villa de Uclés, en la provincia de Cuenca, nacido en 1867 y afincado en Cádiz desde el año 1907, ciudad en la que residió durante varias décadas, cuya labor como investigador fue de enorme importancia, tanto para la arqueología española en general, como gaditana en particular. En Cádiz, su trabajo estuvo centrado en las excavaciones de la necrópolis fenicia de Punta de Vaca, donde en 1887 había aparecido un sarcófago antropoide masculino fenicio del siglo V a. de C., con motivo de las obras de la Exposición Marítima Internacional, y que daría lugar a la creación del Museo Arqueológico de Cádiz, siendo el iniciador de los estudios arqueológicos en la ciudad, además de Director del Museo Provincial de Bellas Artes, Presidente de la Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Artes y organizador de los actos conmemorativos del primer centenario de la Constitución gaditana de 1812. Fue también autor de numerosos artículos y libros de arqueologia que le valieron fama internacional.
Bloque de pisos en el lugar donde estuvo su casa
El gran sueño de Quintero Atauri durante su estancia en la capital gaditana era descubrir un sarcófago como aquél, hasta el punto de estar convencido de la existencia de otro sarcófrago, probablemente femenino, en algún punto de la necrópolis gaditana, pero tras numerosas excavaciones no pudo ver hecho realidad su deseo. No podía imaginar que, bastantes años después de su marcha de Cádiz y de su muerte en Marruecos en 1946, aparecería ese sarcófago femenino en el año 1980, conocido popularmente como Dama de Cádiz, precisamente en... ¡¡el solar donde estuvo su chalé, en el que residió durante treinta años!!, derribado para construir un bloque de pisos en su lugar. Tantos años esperando descubrir el sarcófago que nunca pudo encontrar y que, por una terrible casualidad o ironía del destino, se hallaba enterrado bajo el mismo suelo de su casa.
En el anterior artículo, titulado Sarcófagos fenicios de Cádiz, podéis encontrar información detallada sobre ambos sarcófagos.

Descubrimiento del sarcófago femenino en el solar de la casa de Quintero Atauri

lunes, 19 de noviembre de 2018

Sarcófagos fenicios de Cádiz

Sarcófagos fenicios, s. V a. de C. Museo de Cádiz
En el Museo de Cádiz se conservan dos piezas arqueológicas excepcionales, que constituyen las mejores muestras del arte y la arqueología fenicias, no solo de la Península Ibérica, sino de todo el Mediterráneo occidental.
Son dos sarcófagos fenicios de mármol blanco, uno masculino y otro femenino, ambos del s. V a. de C., descubiertos de manera casual mientras se realizaban diversas obras, aparecidos en lugares distintos de la capital gaditana, en un área donde en la antigüedad se asentaba la necrópolis gaditana, lejos de los muros de la antigua ciudad, que abarcaba una amplia zona del actual extramuros o Puertatierra, y en un espacio temporal de casi un siglo de diferencia entre un hallazgo y otro.
El sarcófago masculino fue el primero que se descubrió, en el año 1887, en el lugar conocido como Punta de Vaca (un espacio que estaría situado en lo que hoy es el Parque Muncipal Celestino Mutis, en los antiguos Astilleros), mientras se acondicionaba el terreno para preparar una exposición marítima que se iba a celebrar allí. Aparecieron varias tumbas compuestas de sillares, en una de los cuales se hallaba el sarcófago. Datado a finales del s. V a. de C., con más de dos metros de largo, tiene forma antropomorfa y se compone de dos partes: la caja y la tapa. En ésta última está representado la figura de un personaje masculino, de la que destaca la representación de la cabeza barbada, tallada con gran detalle, mientras que las manos y los pies están representados esquemáticamente; la mano izquierda, flexionada, sostiene una manzana y la derecha sostendría una corona de flores pintada que no se ha conservado. El sarcófago apenas contenía ajuar, tan solo el esqueleto junto con restos de la tela que envolvía el cadáver y varios clavos de bronce de la caja de madera que lo contenía que no se ha conservado.
En primer término, sarcófago masculino
El sarcófago femenino, conocido como la Dama de Cádiz, apareció durante la ejecución de las obras de un edificio en la calle Ruíz de Alda, actual Parlamento, el 26 de septiembre de 1980, dentro de una cámara funeraria hecha con sillares de piedra ostionera. Se da la circunstancia que la excavadora que realizaba los trabajos de excavación seccionó la parte inferior del sarcófago, tras desplazar los sillares que la cubrían. Del mismo tamaño que su homólogo masculino y forma antropomorfa, aunque algo más antiguo, hacia el 470 a. de C., aparece representada en su tapa una figura femenina, destacando, como aquél, la representación detallada de la cabeza y, de forma esquemática, los pechos, las manos y los pies, sosteniendo en su mano izquierda, flexionada, un alabastro para perfumes, con una túnica que también la cubre casi por completo. En perfecto estado de conservación, llama la atención la belleza del rostro, que aún conserva restos de la policromía original, con un peinado realizado a base de bucles o rizos, muy parecido al masculino. Junto al esqueleto, aparecieron como ajuar unas pestañas de bronce, posiblemente de una máscara funeraria, un escarabeo de jaspe verde, pequeños colgantes de pasta vítrea, restos de tejido del sudario y varios clavos de bronce del desaparecido ataud de madera.
Sarcófago femenino en primer término
Este era un tipo de enterramiento, de origen egipcio, reservado a la realeza y la aristocracia, que los navegantes fenicios adoptaron y difundieron en sus colonizaciones por el Mar Mediterráneo, debiendo pertenecer los personajes enterrados en los sarcófagos gaditanos a la aristocracia local, a la clase gobernante o bien a la casta sacerdotal.
En cuanto al origen de los mismos, se desconoce si fueron fabricados en un taller local por escultores griegos o fenicios conocedores del arte griego arcaico de la época, estilo realista idealizado en que están modelados los rostros, desplazados hasta Gadir, o bien fueron fabricados en Sidón (metrópolis de Fenicia, actual Líbano, donde han aparecido sarcófagos similares) y transportados por mar hasta la colonia gaditana. En cualquier caso, pone de relieve la importancia de la lejana Gadir en el mundo antiguo, su desarrollo económico, que le permitía importar objetos caros y de prestigio como eran los sarcófagos, y los intensos intercambios comerciales existentes a lo largo de la cuenca mediterránea y más allá de las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar) donde se situaba Gadir.
Ambos descubrimientos levantaron una gran expectación en la ciudad por su relevancia, sobre todo el del primer sarcófago a finales del siglo XIX, pues dio lugar a la creación del Museo de Cádiz y, además, marcó el inicio del interés en España por la arqueología fenicio-púnica, apareciendo los primeros trabajos de investigación sobre la materia, atrayendo la atención tanto de investigadores nacionales como extranjeros.
Este artículo se completa con una curiosa historia relacionada con el descubrimiento del sarcófago femenino: Una jugada del destino.

Descubrimiento del sarcófago masculino en 1887

Dama de Cádiz en el momento de su descubrimiento, con los pies seccionados por la excavadora


Placa conmemorativa en la fachada del edificio en cuyo solar se descrubrió

Edificio bajo el cual tuvo lugar el hallazgo del sarcófago femenino

miércoles, 10 de octubre de 2018

La Compañía Gaditana de Negros

Barco negrero. Siglo XIX
Los siglos XVII y XVIII fueron para Cádiz una época de gran prosperidad económica, sobre todo a raíz del traslado de la Casa de Contratación y Consulado de Indias de Sevilla a la capital gaditana en 1717, una prosperidad basada en el comercio con las colonias americanas que la ciudad llegaría a monopolizar a lo largo de este último siglo y que se reflejaría en el desarrollo alcanzado por la burguesía local, en el urbanismo, en la cultura, en las costumbres y en el carácter cosmopolita, abierto y, podríamos decir, progresista, de sus gentes, algo excepcional en la España de entonces, caldo de cultivo favorable para el nacimiento años después de la primera Constitución política española.
Pero esta prosperidad tuvo también un lado oscuro y macabro, porque una parte de ella se cimentó sobre un tráfico mercantil indeseable: el comercio de esclavos. Este comercio siempre ha existido a lo largo de la historia y España, como otros países europeos, también participó de él desde los mismos comienzos del descubrimiento de América, para cuya explotación se impulsó el tráfico de esclavos negros procedentes de África y, así, emplearlos como mano de obra en los trabajos más duros del Nuevo Mundo. La fórmula empleada por la corona española era la concesión de un asiento o contrato a un particular para que explotara el negocio, a cambio de una serie de derechos y obligaciones y de la entrega de una parte de los beneficios al Estado.
Embarque de esclavos africanos
Aunque esclavos ha habido en Cádiz, como en el resto del mundo, desde época antigua, al servicio de las autoridades o de familias nobles y pudientes, la Compañía Gaditana de Negros fue la primera compañía española dedicada en exclusiva al tráfico de esclavos, fundada en 1765, tras solicitud efectuada por Miguel de Uriarte y varios socios más, siéndole concedida por Real Cédula de 14 de junio de este mismo año, comprometiéndose a trasladar bajo pabellón español a un número determinado de esclavos africanos a distintos puertos americanos, como Cartagena de Indias, Portobello y otros, firmándose la escritura de fundación en Cádiz el 23 de septiembre de ese mismo año.
La Compañía inició su negocio negrero con barcos propios, siendo La Venganza el primer navío de bandera española en partir del puerto gaditano dedicado a este tráfico en 1765, aunque tambien emplearia navíos ingleses y franceses con sus respectivas tripulaciones. Los barcos salían del puerto gaditano cargados con productos como vino, licores, aceites, harinas, etc., para intercambiarlos en Senegal y Cabo Verde por los esclavos africanos, desde donde eran trasladados a Puerto Rico y allí distribuidos por el resto del continente.
La Compañía tuvo problemas económicos y financieros desde un principio, no obteniendo los beneficios esperados y acumulando cuantiosas pérdidas (más de un millón de pesos en 1770), incumpliéndose lo acordado en el contrato al no alcanzar la cantidad de esclavos estipulada por año, a lo que también contribuyó las medidas adoptadas por Gran Bretaña en contra el comercio esclavista. A pesar de permitirle la Corona comerciar con otras mercancías para paliar las pérdidas, en poco tiempo la Compañía terminaría quebrando, desapareciendo como tal en 1779.
Por otra parte, en Cádiz no solo había esclavos de raza negra, también los había de otras procedencias, como moros, turcos y asiáticos, aunque aquéllos eran los más numerosos.
En el callejero de la ciudad ha quedado un recuerdo de este episodio en una callejuela del casco antiguo, el llamado Callejón de los Negros, situado junto al Palacio de Congresos, antigua Fábrica de Tabacos, que conecta la calle Plocia con la plaza de Sevilla, y que, probablemente, debe su nombre a un baularte existente en la antigua muralla, contiguo al callejón, frente a la Fábrica de Tabacos, también llamado de los Negros, o a ser lugar de paso de los esclavos negros que desembarcaban en el puerto hasta el lugar donde eran subastados y vendidos. El nombre también podría deberse, según una antigua leyenda citada por el escritor local Ramón Solís, a la existencia allí de la escultura de una cabeza de un negro, como macabro recuerdo de un esclavo que había asesinado a su amo, que fue decapitado y cuya cabeza fue colocada como escarmiento en dicho lugar.
El carnaval gaditano, ese gran intérprete tanto de la actualidad como del pasado, recogía esta historia de esclavitud allá por el año 1985, con el coro El Callejón de los Negros, cuyos tipos y voces representaron magníficamente, obteniendo el segundo premio en el Concurso de Agrupaciones del Teatro Falla de dicho año.
Callejón de los Negros

 Coro El Callejón de los Negros (1985) en el Teatro Falla de Cádiz

miércoles, 22 de agosto de 2018

Cádiz, de pelìcula

Se dice de algo que es de pelicula cuando es digno de ver, ya sea un paisaje, un monumento o un lugar determinado. Cádiz, desde luego, lo es por su belleza, por sus rincones, por su cultura, pero también lo es, literalmente, por ser lugar de rodaje de escenas cinematograficas, algo que se ha venido produciendo con cierta frecuencia a lo largo de los años, siendo ya muchas las peliculas en las que el paisaje urbano gaditano es escenario de sus historias.
El úlitmo rodaje en Cádiz de una película tuvo lugar el pasado mes de junio con la estadounidense The Rhythm Section, de la directora Reed Morano, una película de acción en la que sus dos protagonistas principales son los actores Blake Lively y Jude Law. Los aledaños de la Catedral, el Campo del Sur y otros puntos de la ciudad fueron los lugares elegidos para dicho rodaje, en la que Cádiz se convirtió durante unos días en la ciudad francesa de Marsella, que es donde transcurre la trama. Una más, pues, de esa larga serie de filmes que se han rodado en las calles y plazas gaditanas, convertida, con todo derecho, en una ciudad de película.
Una historia cinematográfica gaditana que comienza en los primeros años de la dictadura de Franco, con películas en blanco y negro como La Lola se va a los Puertos (1947), del director Juan de Orduña, o Lola la Piconera (1951), de Luís Lucía, representantes del cine folclórico español, protagonizadas por la tonadillera Juanita Reina, basada en obras de los hermanos Machado y José María Pemán respectivamente, ambientadas en el Cádiz y la Bahía del siglo XIX. En los años noventa se realizará una nueva versión de ambas películas, con Rocío Jurado en el papel de Lola.
En la década de los sesenta, se rodó La Viudita Naviera (1961), basada en otra obra de Pemán, dirigida por Luís Marquina y con Paquita Rico y Arturo Fernández como actores principales, ambientada también en el Cádiz de finales del mismo siglo, con las fiestas de carnaval como fondo.
En el año 1979 se rodaba la película estadounidense Cuba, del director Richard Lester, con Sean Connery y Broke Adams como protagonistas, ambientada en la revolución cubana de 1959. No era casual la elección de Cádiz para el rodaje, por su parecido con La Habana.
En los noventa se ruedan El día que nací yo (1991), de Jaime de Armiñán, protagonizada por Isabel Pantoja, y Besos para todos (2000), de Jaime Chávarri, inspirada en el Cádiz de los años sesenta.
En 2002, nuestra ciudad volverá a convertirse en la capital cubana, con ocasión del rodaje de diversas escenas de la película británica  de la saga de James Bond, Muere Otro Día, dirigida por Lee Tamahori, que inmortalizará una playa tan gaditana como la Caleta, quedando para la historia del Séptimo Arte la escena de la protagonista Halle Berry saliendo en bikini de sus aguas, mientras Pierce Brosnan, en el papel de agente 007, la espera en el Balneario de La Palma, convertido para la ocasión en un restaurante, con el castillo de Santa Catalina de fondo. El Campo del Sur, la zona de la Catedral y el Mercando Central también aparecen en la película.
Camarón (2005), película sobre el cantaor isleño José Monge Cruz, se rueda entre San Fernando y  Cádiz, lugares donde aquélla transcurre.
Dos novelas de Arturo Pérez Reverte adaptadas al cine, Alatriste (2006), dirigida por Agustín Díaz Yanes, con Viggo Mortensen interpretando al capitán, y La Carta Esférica (2007), de Imanol Uribe, ambientadas en los siglos XVII y XVIII, tendrán también a la Caleta y otros lugares de Cádiz como escenarios de filmación.
En este mismo año de 2007, será de nuevo La Caleta una de las localizaciones de Manolete, del director Menno Meyjes, sobre la vida del famoso torero, interpretado por Adrien Brody y con Penélope Cruz.
Cádiz será también uno de los escenarios donde transcurre otra película estadounidense de acción, Noche y día (2010), de James Mangold, protagonizada por Tom Cruise y Cameron Diaz, convertidas la calle Ancha y plaza de San Antonio en Pamplona durante uno de los encierros de San Fermín.
Por último, en 2015 se rueda The Beautiful Cádiz, de Rafael Sadoc, cuya historia se desarrolla en la capital gaditana.
Otras poblaciones de la provincia han compartido rodaje con Cádiz en algunas de estas películas o han sido localizaciones de otras nuevas, tanto españolas como extranjeras: Cateto a babor (1970), El Imperio del Sol (1987), la Ley del Deseo (1987), Atún y chocolate (2003), Che: Guerrilla (2008), El Niño (2014), lo que pone de manifiesto la gran atracción que ha ejercido y ejerce la geografía gaditana para el séptimo arte.
Indudablemente, son muchos los beneficios que genera el rodaje de una película en la localidad elegida por el numeroso personal que mueve (actores, directores, técnicos, ayudantes, extras, etc.,), sobre todo en el sector hostelero (hoteles, restaurantes, bares) y el comercio, lo que repercute positivamente en la vida económica de la misma. Y es impagable la publicidad y promoción que hace el cine de dichas ciudades, cuyos nombres e imágenes aparecerán en películas que serán vistas en todo el mundo, sobre todo si son de habla inglesa. No hay mejor campaña turística para una ciudad que esa, aunque creo que en el caso de Cádiz es un recurso que, por desgracia, no ha sido suficientemente explotado.

Rodaje de The Rhythm Section (Diario de Cádiz)

 Halle Berry saliendo de las aguas de La Caleta, en Muere otro día

Escenas de La Viudita Naviera

lunes, 2 de julio de 2018

Las Cuevas de Mariamoco


Foso de Puertas de Tierra, donde se encuentran dos accesos
cegados a las cuevas de Maríamoco
Una de las construcciones más singulares de Cádiz, aunque ocultas a la vista, son las llamadas Cuevas de Maríamoco o María Moco, un conjunto de galerías y pasadizos subterráneos que se encuentran en el subsuelo del llamado Frente de Tierra, es decir, las actuales Puertas de Tierra y los glacis que en su día existían frente a éstas, que hacían inexpugnable el único acceso terrestre a la ciudad, las cuales completaban el sistema defensivo que protegía la ciudad de los ataques enemigos, construido todo ello entre los siglos XVII y XVIII. Las galerías subterráneas o contraminas tenían como finalidad evitar o dificultar el avance de las fuerzas enemigas haciendo estallar la pólvora que había acumulada en unos pozos u hornillos distribuidos a lo largo de las galerías y, así, destruir a los sitiadores y las piezas de artillería que colocasen ante la muralla, hecho éste que nunca llegó a producirse. Al mismo tiempo, podían servir como vía de escape o de refugio en caso de asedio o invasión, en una ciudad acostumbrada a este tipo de episodios bélicos.
Uno de los accesos cegados a las cuevas, bajo la rampa que
baja a uno de los fosos de Puertas de Tierra
Estos pasadizos subterráneos forman parte de una de las leyendas más populares de la ciudad. El nombre de Maríamoco o María Moco, al parecer, procedía de una mujer gitana que vivía en estas cuevas cuando ya habían perdido su función militar, que elaboraba pócimas y ungüentos, y que un buen día desapareció sin dejar rastro. Las galerías, desde luego, eran el lugar perfecto para refugio de forajidos y contrabandistas, como refería un testigo presencial a principios del siglo XIX: continuamente, todos los días, estoy viendo entrar y salir por las bocas de las minas a muchachos, zagalones y hombres de mala facha, con faroles, linternas y hachones de viento, tomando conocimiento de sus direcciones; pues a su salida he oído las disputas que han tenido; y asimismo he visto entrar y salir con sacos de sal... (1).
Cuevas de Maríamoco. cuyas dimensiones serían,
aproximadamente, de un  metro de anchura por 1,80 de altura
La práctica del contrabando para burlar al fisco siempre ha sido una constante en la historia y Cádiz no podía ser menos, máxime en un puerto tan floreciente y de tanto tráfico comercial como el gaditano durante el siglo XVIII. También fue lugar de residencia de gentes de baja condición y sin recursos, que encontraban en ellas un sitio donde vivir. Con el paso del tiempo, las cuevas se convertirían en el lugar predilecto de las correrías de muchos chavales que se internaban en ellas en busca de aventuras y de antiguos tesoros que, según la creencia popular, había escondidos allí . En las exploraciones que se han hecho sí han aparecido restos de  diversas épocas: romanos, medievales, modernos y contemporáneos; incluso unos niños que se habían perdido en las cuevas llegaron a afirmar haber visto en algún lugar de ellas estatuas de mármol representando doce moros o apóstoles alrededor de una mesa.

Plano de la época con las contraminas o cuevas de Maríamoco bajo el Frente de Tierra (Puertas de Tierra y glacis)
En la actualidad, se conservan gran parte de estas galerías en la zona comprendida entre Bahía Blanca y la playa de Santa María, siendo visitables algunos de sus tramos. En las laderas que daban a la playa de Santa María del Mar había algunos accesos a las mismas, así como al pie de la muralla junto a la estación de Renfe o en el foso de Puerta Tierra, todos ellos ya desaparecidos o cegados. Desde hace unos años existe el proyecto de hacer visitable al público parte de estas galerías. En la espléndida maqueta de la ciudad del año 1777 que se conserva en el Museo de las Cortes de Cádiz se pueden apreciar reproducidas levantando la parte de los glacis que las cubre.

Ubicación de algunos edificios actuales sobre el plano de las cuevas (el Banco de España es hoy la Subdelegación de
Gobierno, el Gobierno civil ya no existe y la Clínica de Carlos Rubio es actualmente un geriátrico)
Además de las cuevas de Maríamoco, a veces confundidas con ellas, están las llamadas segundas galerías de Cádiz, de época medieval, pasadizos secretos que conectaban el antiguo Castillo de la Villa o Alcazaba de Cádiz, con la Alameda, con extramuros de la ciudad y con el puerto, como vía de huida en caso de asedio o ataque a la fortaleza, cruzando bajo tierra buena parte del casco antiguo gaditano, entre otras las iglesias de Santiago y San Francisco, como queda reflejado en un plano del año 1837, firmado por el ingeniero Serafín Manzano. Hay que recordar que el Castillo de la Villa fue destruido a mediados del siglo XIX, al estallar un polvorín que había en su seno, el cual se encontraba en el espacio que hoy ocupa parte del teatro romano y la anexa guardería municipal, en la calle de San Juan de Dios.

Segundas galerías de Cádiz en un plano de 1837, indicando el estado en que se encontraban en dicho año
Completarían este complejo sistema de galerías, túneles y pasadizos subterráneos una serie de galerías que comunicarían entre sí los principales edificios públicos y las cloacas de la Gades romana, que formaban parte de la red de alcantarillado de la antigua ciudad gaditana.
(1) Citado por José Pettengui Estrada. Coleccionable Imagen, 1980.

Antigua fotografía con los accesos a las contraminas de Maríamoco en la ladera de la playa de Santa María del Mar. Al fondo se aprecia las Puertas de Tierra, con el torreón central antes de ser reformado

viernes, 4 de mayo de 2018

Todos los caminos conducen a Roma

Calzada romana conocida como La Trocha, ramal
secundario de la Vía Augusta entre Ubrique y
Benaocaz, en la sierra de Cádiz
Esta es una expresión que se utiliza a menudo para indicar que tomemos el camino que tomemos siempre vamos a llegar al mismo destino. Es una expresión que tiene su origen en la antigua Roma, cuando era el centro del mundo entonces conocido, capital del Imperio Romano, que abarcaba toda la cuenca del Mediterráneo, extendiéndose por gran parte de Europa, norte de África, y Oriente Próximo, y convertida, posteriormente, en centro de la cristiandad. Esto fue posible gracias, entre otras cosas, a la amplia red de calzadas que enlazaba cualquier punto de su inmenso territorio con Roma, espectacular obra de ingeniería de unos ochenta mil kilómetros y que a lo largo de los siglos venideros, desaparecido ya el Imperio, siguieron siendo las únicas vías de comunicación, en algunos casos hasta bien entrado el siglo XX, muchas de las cuales ha sido origen de gran parte de las actuales carreteras y autovías. Las calzadas romanas fueron elemento esencial en la organización y romanización del mundo bajo su poder, pues permitieron el dominio militar sobre regiones cada vez más extensas y alejadas y facilitaron los intercambios comerciales y la difusión de la cultura romana.
La Vía Augusta tenía aprox. 1.500 kms.de longitud, cuyo
 trazado discurría por la Bética y la costa levantina, siendo
Cádiz principio de la misma
Una de estas calzadas, sin duda de las más importantes de todo el Imperio, fue la Vía Augusta, así llamada por haber sido el emperador Octavio Augusto quien la reconstruyó sobre la base de la anterior Vía Heráclea a finales del s. I a. C., la cual comunicaba Hispania con Roma, empezando su recorrido en Gades (Cádiz) como principio de ruta, recorriendo el interior de la romanizada Bética (Andalucía) a lo largo del valle del Guadalquivir y la costa levantina, enlazando con otras vías por el sur de Francia e Italia hasta Roma. A través de ella se desarrolló un intenso comercio con los ricos productos agrícolas, ganaderos y metalúrgicos andaluces e hispanos, juntamente con las rutas comerciales marítimas, en las que el puerto gaditano jugó un papel de primer orden. Esta vía es bien conocida gracias al descubrimiento en el siglo XIX, en Italia, de los llamados Vasos Apolinares o de Vicarello, que son unos vasos de plata de diferentes tamaños de época romana en forma de miliario, que eran las columnas o postes que se colocaban cada milla (aproximadamente kilómetro y medio) en las calzadas para indicar las distancias y las distintas etapas del recorrido, correspondientes a los mojones de carretera actuales. La particularidad de estos recipientes es que tienen grabados en su superficie los nombres de todas las localidades por las que discurría la Vía Augusta, destacando en la parte superior sobre el conjunto, en letras grandes, la inscripción Itinerarium A Gades Roman, principio y final de ruta.

Restos del Camino del Arrecife en la playa de Cortadura, construido en época
moderna sobre el trazado de la antigua calzada romana
La calzada romana gaditana fue noticia como consecuencia de los pasados temporales habidos en esta costa, de lo que se hizo eco la prensa local y nacional, destacando el hecho de haber aparecido sus restos en la playa de Cortadura, aunque hay que decir que una parte de ellos siempre han estado visibles.  En realidad, los restos pertenecen al llamado Camino del Arrecife, que unía Cádiz con la Isla de León entre los siglos XVI y XIX, construido sobre la antigua calzada. También aparecieron restos del acueducto romano que corría paralelo a ésta (consistentes en bloques de piedra ostionera con orificio central por donde circulaba el agua, o atanores, con que estaba construido el acueducto, aunque no es la primera vez que aparecen), otra de las grandes obras de ingeniería romana de la antigua Gades, que traía el agua desde los manantiales del Tempul, en la sierra de Cádiz, hasta la ciudad, distante unos ochenta kilómetros, parte de cuyos restos se pueden contemplar en muy buen estado de conservación en la plaza de Asdrúbal de la capital gaditana y en el Museo de Cádiz. En esta misma playa, en la zona de Torregorda, se pueden observar otros restos de la Vía Augusta. Las dos carreteras principales de la provincia de Cádiz, la N-IV y la N-340, ésta última por la costa, siguen el trazado de las antiguas vías romanas.



Itinerario de la Vía Augusta grabado en los Vasos Apolinares
 o de Vicarello, localidad italiana donde fueron hallados. En
 la parte superior, en  letras grandes, aparece el nombre de
Gades (Cádiz)
 

lunes, 19 de marzo de 2018

La Pepa

Portada de La Pepa en su edición original
La oportunidad y el ingenio del pueblo gaditano a la hora de llamar a las cosas por su nombre, bautizaron con el de La Pepa a la Constitución de 1812, nombre que hizo fortuna y con el que ha pasado a la historia, al ser promulgada el 19 de marzo de aquel año, festividad de San José, que es como, más de dos siglos después, se la sigue conociendo. Un nombre que denota familiaridad y cercanía, pues los gaditanos de entonces sintieron la primera Constitución española como algo propio y familiar, al haber nacido entre los muros de Cádiz, cosmopolita, abierta y liberal, mientras era asediada y bombardeada por los franceses, viviéndola como un acontecimiento presente en la vida diaria de la ciudad, en la calle, en las tertulias, en los cafés o en los hogares particulares, con la posibilidad, incluso, de poder asistir a los debates de las sesiones en el Oratorio de San Felipe Neri como espectadores, interviniendo de alguna manera, desde las tribunas, junto a los propios diputados y representantes políticos, con sus abucheos o aplausos, según fuera el caso,  a los distintos asuntos que allí se discutían, y en donde la prensa jugó un papel fundamental, informando cada día de lo que allí sucedía y participando también en el debate ideológico. La expresión ¡Viva la Pepa!, que se hizo célebre, quedó como una muestra entusiasta de adhesión popular a la recién nacida Constitución.
La Pepa fue el fruto del proceso constituyente, revolucionario, iniciado en la vecina Isla de León, actual San Fernando, el 24 de septiembre de 1810, con la convocatoria por la Regencia de unas Cortes Generales y Extraordinarias, en una España sumida en una guerra de Independencia contra el invasor francés y con el rey recluido en Francia, las cuales se trasladaron a Cádiz pocos meses después ante la llegada a la bahía gaditana del ejército enemigo, continuando aquí la labor legisladora que culminó con la proclamación de la Constitución.
Proclamación de la Constitución en el exterior del Oratorio de San Felipe
 Neri, representado en unos azulejos de la Plaza de España de Sevilla,
reproduciendo un lienzo del pintor gaditano Salvador Viniegra
Se trató de una Constitución profundamente liberal, pues fueron los diputados liberales los que consiguieron dominar las Cortes con su programa reformista, inspirado en el ideario revolucionario francés, aunque adaptándolo a la propia tradición política española, frente a los diputados absolutistas, partidarios del Antiguo Régimen y reacios a cualquier reforma política. Entre los diputados liberales que tuvieron mayor protagonismo en su elaboración destacan Agustín de Argüelles, autor de su preámbulo, Diego Muñoz Torrero y José Pérez de Castro.
Las reformas políticas, económicas, sociales y jurídicas que se gestaron marcaron un antes y un después en la historia de España: soberanía nacional, separación de poderes y una serie de derechos y libertades individuales (igualdad ante la ley, libertad personal, derecho a la propiedad, a la educación), además de otras medidas no menos importantes, como libertad de prensa, abolición del régimen señorial y de la Inquisición, aunque la religión católica siguió siendo la única tolerada, no admitiéndose la libertad de cultos.
Monumento a la Constitución de 1812, en la Plaza de España de Cádiz
La Pepa fue una Constitución extensa, con diez títulos y 384 artículos, destacando el título primero, donde se decía que la Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios, sin hacer distinción entre los nacidos en España y en las posesiones de Ultramar, y que la soberanía reside esencialmente en la Nación, y el artículo 8, en donde está obligado todo español, sin distinción alguna, a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado. En el artículo 13 se afirmaba que el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen, y en los siguientes se establecia la división de poderes entre el legislativo (las Cortes con el rey), el ejecutivo (el rey) y el judicial (los tribunales). El artículo 27 refería que las Cortes son la reunión de todos los Diputados que representan la Nación, especificando la elección de los diputados a través de un complejo sistema indirecto de juntas electorales de parroquia, de partido y de provincia, no pudiendo votar las mujeres. Otro artículo a destacar era sobre la educación, refiriendo que en todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles.
Oratorio de San Felipe Neri, lugar de reunión de las Cortes
Desgraciadamente, la Constitución gaditana tuvo una corta existencia, pues nada más regresar a España Fernando VII, en mayo de 1814, la anuló, mandando disolver las Cortes, restaurando el absolutismo y persiguiendo a los liberales. En 1820, con el Trienio Liberal, volvería a ser restablecida, así como en el período 1836-1837, en que sería sustituida finalmente por una nueva Constitución.
La Pepa fue modelo de las posteriores Constituciones de los Estados iberoamericanos que se crearon una vez independizados de España, elaboradas por los mismos diputados americanos que habían participado en las Cortes gaditanas como representantes de dichos territorios, y su influjo fue decisivo también en las de otros países europeos.

lunes, 26 de febrero de 2018

Carnaval Chiquito

Chirigota actuando en la escalinata de Correos
Ayer domingo se ponía punto y final, de manera oficiosa, al Carnaval de Cádiz, con el llamado Carnaval Chiquito o de los Jartibles, una prolongación durante un domingo más de la fiesta carnavalesca gaditana, tras el domingo de piñata que, oficialmente, la cierra. Una fiesta que, también oficiosamente, comenzó recién finalizada la Navidad, con los eventos gastronómicos de la pestiñada, ostionadaerizada, continuó con el concurso de agrupaciones del Teatro Falla y culminó con los diez días, propiamente, del Carnaval, entre el 8 y el 18 de febrero. 
El Carnaval Chiquito es un hecho exclusivamente gaditano que pone de manifiesto hasta qué punto se vive en esta tierra el Carnaval, como no sucede en ningún otro lugar, que se sigue celebrando un tercer domingo más, metidos de lleno en plena Cuaresma, como una última oportunidad de seguir escuchando chirigotas, comparsas, coros (sin las bateas), cuartetos y romanceros antes del Carnaval del año siguiente.
Agrupación cantando sus coplas en la Plaza del Palillero
Es una forma más local de seguir disfrutando de los tipos carnavalescos y las coplas, sin las grandes concentraciones de público de los fines de semanas anteriores, que tiene como lugares neurálgicos el Mercado Central, la Plaza de las Flores y alrededores, el Palillero y la Plaza de la Catedral. No obstante, durante los últimos años está aumentando el número de visitantes de fuera de la capital, atraídos por el interés que, sin duda, tiene; incluso, cada vez es mayor la participación de agrupaciones de otros puntos de la provincia y de Andalucía, lo que da idea de la fama que está adquiriendo este pequeño Carnaval fuera de Cádiz. También es una oportunidad más de negocio para los hosteleros y comerciantes gaditanos. El Carnaval Chiquito es, pues, otra singularidad de la cultura y del carácter del pueblo gaditanos.
 
Romancero gaditano